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De aqui pa´allá y de allá pa´aca

2013 / Exposición Bestiario Yaracuyano / Comisariada por Lorena González

Mi exploración en Instagram comenzó en un momento en que Venezuela se encontraba sumergida en un frenesí visual: la plataforma no era solo un escaparate de imágenes, sino un reflejo estandarizado de ideales, donde cada fotografía era cuidadosamente construida para proyectar una visión aceptable y aspiracional de la vida. En este contexto, elegí hacer una intervención, una ruptura en ese flujo, publicando imágenes de un recorrido cotidiano y alejado de la “belleza” socialmente validada en Instagram: viajes en “carritos por puesto,” el transporte público desgastado, desbordado de historias, cargado de vidas cruzadas.

Este proyecto fue un ritual de observación y resistencia. Durante un mes, me sumergí en este trayecto de 45 minutos, dos veces al día, tres veces a la semana, capturando las texturas ásperas, el óxido, los colores desvaídos, y los detalles crudos de cada rincón del viaje. En medio del deterioro y la incomodidad, estas imágenes revelaban una estética realista y a menudo ignorada, una estética que contrasta profundamente con el ideal de Instagram.

Instagram como lienzo disruptivo:

Para cada publicación, elegí momentos de alta visibilidad, aquellas horas en las que la gente suele revisar sus teléfonos sin pensar, durante la pausa de la merienda o en las noches de ocio. De esta forma, cada imagen lanzada irrumpía en el espacio digital, interrumpiendo la narrativa habitual de quienes me seguían. Era una acción deliberada para generar un contraste, casi una ironía visual, entre mis publicaciones y el flujo de imágenes que dominaba los feeds, creando una ruptura en la estética homogeneizada de la red.

Con cada foto y cada hashtag #deaquipaalla, estos paisajes anónimos del transporte público adquirían protagonismo en un espacio donde suelen prevalecer filtros pulidos y sonrisas ensayadas. Instagram se convertía, en mi práctica, en una galería de tránsito, donde la cruda cotidianidad se enfrentaba a las aspiraciones estéticas colectivas. Así, mi individualidad y mi experiencia en estos recorridos se integraban, aunque en disonancia, a la narrativa colectiva de una red que busca mostrar únicamente la fachada pulida de la vida.

La instalación: de lo digital a lo tangible:

Este proceso de publicación en Instagram culminó en una instalación física: una colección de esas imágenes impresas como polaroids, dispuestas en un orden que imita la acumulación y el desgaste de la memoria, acompañadas de un video que recopila el movimiento constante, el paso del tiempo, los sonidos de cada recorrido. La instalación busca trasladar al espectador al mismo espacio que habité durante esos trayectos, donde lo tangible y lo digital se fusionan en un mismo acto de observación y memoria. En este tránsito visual, el carrito por puesto deja de ser un simple vehículo y se convierte en un símbolo de un contexto social específico, un reflejo de un país en movimiento, fragmentado y contradictorio.

Esta propuesta se despliega como una narrativa de resistencia ante la imagen pulida y de una belleza que prefiere olvidar la realidad. Es un archivo vivo de lo que transita, de lo que no es glamoroso ni "instagrameable", pero que en su crudeza nos recuerda un contexto compartido, un espacio público lleno de historia y de vida en su forma más honesta.

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