Desde el árbol de petróleo
2015 / V Salón Octubre Jóven. Museo de Arte de Valencia. Venezuela. Obra premiada
La industria petrolera en Venezuela, desde la década de 1940, creció como un árbol vigoroso, de raíces profundas y frutos sólidos, alimentando la construcción de un país. Hoy, sin embargo, para el 2015, ese árbol se ha convertido en una rama frágil de lo que una vez fue. Tal como describía el cronista S. Consalvi. El Petroleo en Venezuela. Fundación Bigott. (2004), “…un licor como aceite junto a la mar en tanta manera que corre por ella encima del agua…”, ese “Stercus demonis” que, desde la visión de los nativos, fue llamado a convertirse en el núcleo de un país, el recurso incansable y el legado de generaciones.
Entre mis manos, esta colección de postales de LAGOVEN, filial de PDVSA, que perteneció a mi abuelo paterno, representa una ventana a ese árbol. Cuando me las entregó, me dijo: Te las regalo para que las enmarques y las pongas en un lugar bonito cuando tengas tu casa”. Lo que para él era un gesto familiar, una herencia visual, se ha convertido para mí en una oportunidad de explorar y mostrar ese árbol “inagotable”, ese “licor como aceite” que alguna vez fue símbolo de prosperidad para todos los venezolanos. Este petróleo, que nos acompaña como un pulso colectivo, fluye aún en nuestra sangre, entre los precios volátiles de la gasolina y las decisiones de quienes visten corbata en los altos mandos de la industria.
La Instalación: Fragmentos de un Árbol Nacional
En la instalación, presento la colección de postales Serie de Árboles de Venezuela I, editadas en 1990, con ilustraciones de Mercedes Madriz e impresas por Editorial Ex Libris. Recortadas y reconstruidas, cada pieza se convierte en un fragmento, un pedazo del árbol que hemos conocido como la base de la economía nacional. Estos fragmentos se agrupan en composiciones que evocan un rompecabezas, una búsqueda para ensamblar trozos de ese pasado económico y social de Venezuela, conectados con refranes y dichos populares que hablan del árbol como símbolo de la naturaleza y del país, pero también de una industria que sostiene y condiciona nuestra vida cotidiana.
En esta obra, cada postal se reconfigura en una pregunta abierta, una reflexión sobre un árbol y una industria que, aunque en pedazos, siguen latiendo en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad. Este árbol de petróleo, que sostenía tantas ilusiones, hoy se ha fracturado, pero aún convoca una imagen de poder y permanencia en medio de su desgaste.
Al final, seguimos viviendo de una industria que, aunque rota en mil pedazos, sostiene nuestro imaginario colectivo. Este árbol que da frutos y que se caen y se pudren porque no hay independencia de pensamiento para recogerlos y hacer algo distinto con ellos. Como decía Severo Catalina, “La esperanza es un árbol en flor que se balancea dulcemente al soplo de las ilusiones.” Y en Venezuela, ese árbol, aunque mermado, sigue siendo una presencia que inspira, cuestiona y nos invita a mirar de cerca sus raíces, sus ramas y sus sombras.